El sector de la construcción es responsable del 23% de las emisiones globales de CO₂, más que el transporte aéreo y marítimo juntos. La paradoja es que, mientras se habla de edificios cero emisiones y paneles solares, se siguen derribando estructuras perfectamente habitables para construir otras nuevas. Esto se hace cuando renovar un edificio existente puede reducir las emisiones entre un 50 y un 75% frente a lo que supone una obra desde cero.
Estos datos, extraídos del informe «Materiales de construcción y el clima: Construyendo un nuevo futuro» elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Centro Yale para Ecosistemas + Arquitectura (Yale CEA), bajo la Alianza Global para Edificios y Construcción (GlobalABC), ponen de relevancia la importancia de apostar por la rehabilitación energética de edificios.
Durante años, el sector se ha centrado en medir las emisiones que genera un edificio en su día a día, lo que se conoce como el carbono operativo, pero se ha ignorado el carbono incorporado: ese CO₂ oculto en el cemento, el acero y el aluminio que se emite desde que se extrae la materia prima hasta que el material llega a la obra.
Construir un edificio nuevo, aunque sea energéticamente eficiente, implica emisiones irrecuperables que una rehabilitación evita. En países como España, donde el 60% de los edificios tiene más de 40 años, la oportunidad para descarbonizar el sector de la construcción está en reutilizar en lugar de demoler.
Según el Informe Global Status Report for Buildings and Construction de la ONU, la intensidad energética en el sector de la construcción y la vivienda sólo ha disminuido un 9,5% (por debajo del objetivo del 18,2%) y las emisiones de CO2 han aumentado un 5,4% en lugar de disminuir.
En España, la Asociación Española de Fabricantes de Fachadas Ligeras y Ventanas (ASEFAVE) ha lamentado el incumplimiento en el pago de los fondos Next Generation y solicitado a las instituciones administrativas la distribución y ejecución completa de estos recursos antes de la fecha límites de junio de 2026.
La renovación de edificios como estrategia
La obsesión por lo nuevo tiene un coste que rara vez calculamos. Renovar un edificio existente no es solo una cuestión de estética o funcionalidad, sino de sentido común medioambiental. Cada estructura que se mantiene evita extraer miles de toneladas de materias primas, fabricar nuevos materiales y transportarlos hasta la obra.
De este modo, la rehabilitación reduce el carbono incorporado y las emisiones pueden reducirse hasta un 75% si optamos por renovar en lugar de demoler. Por ello, los expertos del informe defienden apostar por un marco de actuación basado en el eje «Evitar-Cambiar-Mejorar».
Primero, evitar derribar lo que aún sirve. Muchos edificios de los 60 y 70, aunque envejecidos, tienen estructuras sólidas que, con una rehabilitación profunda, pueden convertirse en espacios modernos. En segundo lugar, es necesario cambiar los materiales insostenibles por alternativas regenerativas: madera certificada, bambú, ladrillos fabricados con residuos o incluso hormigones de bajo carbono. Y tercero, mejorar lo que ya existe. Por ejemplo, auditorías energéticas pueden revelar que un edificio solo necesita aislamiento, la instalación de ventanas eficientes y un sistema de climatización actualizado para funcionar como uno nuevo.
Beneficios de apostar por la renovación
Cuando hablamos de rehabilitar edificios, no solo hablamos de ahorrar emisiones, sino de ganar en casi todos los frentes. Evitar la extracción de materias primas, el transporte de materiales y la energía necesaria para fabricar cemento, acero o aluminio son muchas emisiones menos. Cada tonelada de hormigón que no se produce, cada metro cúbico de madera que no se tala, es un paso hacia una construcción más limpia. De este modo, los principales beneficios de apostar por la renovación de edificios son:
- Reducción significativa de emisiones. Renovar edificios puede generar hasta un 75% menos emisiones en comparación con la construcción nueva, gracias a la reutilización de materiales y estructuras existentes.
- Beneficios económicos. Además, la renovación es más económica a largo plazo, ya que reduce los costes asociados a la extracción de nuevos materiales y su producción. Aunque la inversión inicial pueda parecer alta, evitar los costes de demolición, transporte de escombros y compra de materiales nuevos compensa con creces. Asimismo, fomenta la creación de empleos en sectores especializados como la economía circular y la rehabilitación urbana.
- Beneficios medioambientales. Pero los beneficios van más allá de lo económico y lo ambiental. Renovar un edificio es también cuidar el entorno y la gente que lo habita. Fachadas verdes, techos ajardinados o sistemas de ventilación natural no solo reducen el consumo energético, sino que mejoran la calidad del aire y la biodiversidad urbana.
- Beneficios sociales. Y hay algo más: al conservar la estructura original, preservamos la memoria de los barrios y las ciudades. No es lo mismo vivir en un bloque nuevo de viviendas que en un edificio rehabilitado que mantiene su esencia histórica, pero con las comodidades del siglo XXI.
Renovar para salvar el medio ambiente
La crisis climática no espera, y el sector de la construcción debe apostar por rehabilitar lo que ya existe. Los datos no dejan lugar a dudas: renovar un edificio en lugar de demolerlo y construir uno nuevo reduce hasta un 75% las emisiones de CO₂. Impulsar la rehabilitación energética de edificios es la vía más realista para cumplir con los objetivos climáticos sin renunciar al crecimiento urbano.
Rehabilitar genera empleo local, abarata costes a largo plazo y mejora la calidad de vida en las ciudades. Además, preserva el patrimonio arquitectónico y fomenta barrios más cohesionados. No se trata de elegir entre progreso o tradición, sino de construir un futuro donde ambos convivan.
Preguntas frecuentes sobre rehabilitación de edificios y obra nueva
1. ¿Qué materiales son los más adecuados para rehabilitar un edificio y reducir su huella de carbono?
Los materiales ideales son aquellos con bajo impacto ambiental y alta durabilidad: madera certificada, ladrillos reciclados, aislantes naturales (como corcho o fibra de celulosa) y hormigones de bajo carbono. También se recomienda reutilizar estructuras existentes y optar por pinturas y revestimientos ecológicos.
2. ¿Cuánto tiempo dura una rehabilitación en comparación con una obra nueva?
Una rehabilitación puede durar entre 6 y 12 meses, dependiendo del estado del edificio. En cambio, una obra nueva supera los 12 y puede llegar a los tres años si contamos permisos, licencias y trámites.
3. ¿Existen ayudas públicas para rehabilitar edificios en lugar de construir nuevos?
Sí, en España hay subvenciones como los fondos Next Generation EU, las ayudas del IDAE para eficiencia energética y las bonificaciones del IBI en algunos municipios. También existen préstamos blandos para comunidades de vecinos. Consulta con tu ayuntamiento o comunidad autónoma para conocer las opciones disponibles.
4. ¿Cómo afecta la rehabilitación al valor de mercado de un edificio?
Un edificio rehabilitado con criterios de eficiencia energética puede aumentar su valor hasta un 30%. Esto se debe a que reduce costes de mantenimiento, mejora el confort térmico y acústico, y atrae a compradores o inquilinos dispuestos a pagar más por espacios sostenibles y modernos.
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