Durante años, las cubiertas urbanas de los edificios han sido zonas olvidadas, relegadas a un papel técnico y sin valor urbano. Hoy, sin embargo, esas azoteas cobran un nuevo protagonismo. La conocida «quinta fachada», término que Le Corbusier acuñó en su tiempo, se ha convertido en un espacio clave para transformar la vida urbana. En un contexto de crecimiento urbano y escasez de suelo, estas superficies ofrecen oportunidades únicas para mejorar la habitabilidad de los mismos edificios y de las ciudades.
Esta evolución está cambiando la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno más inmediato. Si bien es cierto que las cubiertas se han revalorizado en los últimos años por su potencial energético y medioambiental, cada vez tiene más incidencia su adaptación con fines de ocio y sociales, influyendo en la calidad de vida de los propietarios de las comunidades de vecinos.
Cubiertas urbanas: La evolución de un espacio estratégico
El desarrollo de la arquitectura y la evolución de nuevas técnicas y materiales han hecho posible que las cubiertas urbanas puedan adaptarse a necesidades concretas sin poner en riesgo a los habitantes del edificio: zonas verdes, espacios comunitarios o instalaciones energéticas.
Desde huertos urbanos hasta pistas de running, la imaginación es el único límite para los nuevos usos de la ‘quinta fachada’.»
De este modo, este espacio, que tradicionalmente ha sido ignorado, comienza a ser aprovechado. Ofrece una gran versatilidad a la hora de mejorar los edificios, especialmente en ciudades con alto porcentaje de viviendas construidas hace décadas. Hoy, recuperar la cubierta significa extender la funcionalidad del edificio al convertir esta zona en un espacio útil, seguro y al servicio de las personas.
Tipos y usos innovadores de las cubiertas
Las cubiertas, ya sean en edificios de obra nueva o en algunos que han apostado por la rehabilitación de sus azoteas, están convirtiéndose en áreas transitables o productivas para responder a la demanda de la población que requiere espacios más habitables y sostenibles. En este sentido, algunos de los usos más habituales de las cubiertas son:
- Cubiertas ajardinadas o verdes. Estas aportan beneficios claros. Mejoran la calidad del aire, reducen el efecto isla de calor y actúan como aislamiento térmico y acústico. Además, ayudan a gestionar el agua de lluvia y fomentan la biodiversidad urbana. Del mismo modo, aumentan el confort y embellecen el entorno.
- Espacios de ocio y Rooftops. Las cubiertas urbanas de este estilo se convierten en zonas de encuentro. Muchas comunidades las usan como solárium, zona de juegos o gimnasio al aire libre. En hoteles, también proliferan bares, restaurantes o terrazas que aprovechan las vistas y crean espacios para socializar y disfrutar.
- Cubiertas energéticas. En estas se integran tecnologías solares y soluciones pasivas de eficiencia. Los paneles fotovoltaicos y los sistemas de ventilación natural mejoran el comportamiento energético del edificio, mientras que las cubiertas reflectantes o cool roof ayudan a reducir el calor en el interior y el consumo eléctrico.
- Cubiertas de gestión del agua, blueroof o aljibe. Esta tipología incorpora sistemas de almacenamiento y reutilización de agua para riego o limpieza al retener y almacenar agua, contribuyendo a la reducción de inundaciones y al ahorro de agua potable.
Tendencias en alza
Sin embargo, la tendencia en cuanto a usos de la denominada “Quinta Fachada” sigue evolucionando, tendiendo hacia la multifuncionalidad. Se adaptan a nuevas necesidades y combinan varios usos en un mismo espacio. Así, se convierten en elementos vivos de la arquitectura urbana, con capacidad para responder a retos climáticos y sociales.

Entre las nuevas funcionalidades que están asumiendo estos espacios en los edificios destacan:
- Cubiertas productivas: Estas cubiertas urbanas están destinadas a la agricultura urbana, huertos comunitarios o apicultura urbana. Su objetivo principal es promover la autosuficiencia alimentaria y la biodiversidad en las ciudades.
- Cubiertas de movilidad. En proyectos innovadores, estas cubiertas se exploran para integrar circuitos para bicicletas, pistas de running o incluso pequeños recorridos peatonales. La finalidad de estas cubiertas es fomentar la movilidad activa dentro del edificio, ofreciendo espacios que se convierten en una extensión para el servicio de las personas. Un ejemplo de estos uso fue el edificio White Collar Factory en Londres, que incorporó una pista de atletismo en la azotea para los empleados
- Cubiertas multifuncionales. Estas cubiertas urbanas están adaptadas a las necesidades cambiantes de la comunidad. Pueden transformarse en espacios para eventos, mercados temporales o instalaciones culturales. Esta flexibilidad permite que la cubierta ya no sea solo un elemento constructivo, sino un recurso estratégico para mejorar la calidad de vida.
- Cubiertas de aislamiento acústico. Estas están diseñadas especialmente para zonas urbanas ruidosas, reduciendo la transmisión de ruido al interior del edificio. Logran esto mediante la combinación de materiales fonoabsorbentes y vegetación
La impermeabilización: pilar de la innovación
En todos estos nuevos usos y transformaciones, la impermeabilización se convierte en un elemento técnico esencial para garantizar la viabilidad, durabilidad y seguridad de las soluciones implementadas. Sin una base segura y estanca, no es posible desarrollar un espacio transitable, productivo o energético.
Según AIFIm, la Asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización, una cubierta ajardinada, un medio de almacenamiento de agua o una instalación fotovoltaica requieren sistemas impermeables de altas prestaciones, capaces de resistir cargas, raíces, exposición solar o humedad permanente
Para Blanca Gutiérrez, directora técnica de AIFIm, «una impermeabilización inadecuada compromete el confort, la estructura y la viabilidad de cualquier proyecto«. En concreto, una cubierta solar requiere aislamiento, resistencia mecánica y durabilidad frente a rayos UV. Una cubierta ajardinada necesita una barrera anti-raíces certificada y materiales técnicos de alto rendimiento.
Además, cuando la cubierta no ha sido diseñada para un uso específico desde la fase de proyecto y este uso se modifica como resultado de una rehabilitación, el cambio debe realizarse siempre bajo la supervisión de un arquitecto o técnico competente. Este profesional es quien debe verificar que la nueva utilización no comprometa la integridad estructural del edificio.
Beneficios y valor añadido de las cubiertas urbanas
Invertir en la renovación de las cubiertas mejora el valor de los edificios ya construidos. Al respecto, este tipo de intervenciones ayudan a reducir la demanda energética, mitigar el impacto del calor y alinearse con los objetivos de sostenibilidad urbana. En definitiva: estas soluciones aportan eficiencia y aumentan el rendimiento del activo inmobiliario.
Desde el punto de vista humano y social, los nuevos usos de las cubiertas urbanas generan bienestar. Ofrecen espacios para convivir, descansar o practicar deporte. Refuerzan la identidad comunitaria, aportan salud y crean entornos urbanos más humanos.
A la hora de divulgar sus ventajas y viabilidad, los administradores de fincas tienen un papel esencial en esta transición. Según explican desde AIFIm, estos profesionales deben promover estos cambios en las comunidades, asesorarse técnicamente y garantizar que cada intervención cumple con la normativa.
Asimismo, también hay que subrayar que existen ayudas y programas que facilitan la rehabilitación de cubiertas como el recién estrenado Plan de Azoteas Verdes del Ayuntamiento de Madrid u otros programas de eficiencia energética, especialmente si incluyen mejoras en aislamiento, gestión del agua o generación renovable.
Poco a poco, las cubiertas están dejando de ser un espacio residual y técnico de los edificios para convertirse en un elemento dinámico y multifuncional. Se están convirtiendo en espacios sociales, medioambientales y culturales. Apostar por ellas es apostar por la calidad de vida. Impulsar su uso es avanzar hacia una arquitectura centrada en las personas, en la eficiencia y en el entorno. La revolución en las alturas ya está aquí: toca subir y aprovecharla.

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